ISSN 2767-1844
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Cartas del Preste Juan
Por Carlos Yushimito

Yi Sang (1910-1937)

Breves narraciones para historias largas
Por Álex Chico
Columna itinerante
Por Javier Moreno

COLUMNAS Y PROYECTOS

"La persona que lucha es decir la persona que no luchaba y además la persona que lucha también era una persona que no lucha por lo tanto si la persona que lucha quiere ver una lucha no importa si la persona que luchaba ve la lucha o si la persona que no lucha ve la lucha o si la persona que no luchaba ve la lucha o si la persona que no lucha no ve la lucha debería ser suficiente"  (Yi Sang) 

Yi Sang / vanguardia / Corea          


¿Dónde murió Yi Sang?: Hospital de la Universidad Imperial de Tokio.   

     ¿Cuándo falleció?: 16 de marzo de 1937.    

     ¿Qué enfermedad propició su deceso?: Tuberculosis crónica.    

     ¿Quién fue Yi Sang?: Escritor vanguardista coreano.   

     ¿Le sucedió algo particular antes de ser internado en el hospital?: Había sido tomado preso por las autoridades japonesas, acusado de haber participado en una revuelta organizada por coreanos en el exilio que exigían el fin de invasión nipona en la península.    

     A todo esto, ¿Yi Sang realmente quiso participar de estas revueltas?: Nunca se supo. La información que se tiene de él es muy vaga. Quienes lo conocían afirman que él viajó a Japón libremente, sin presiones, solo porque quería cambiar, quería sobrevivir, buscaba ser otro, como cuando abandonó el nombre dado por sus padres el año que nació, en 1910.    

     ¿Yi Sang no era Yi Sang?: No. Se llamaba Kim Haekyong. Dicen que en Japón, mientras realizaba sus estudios de arquitectura, sus compañeros japoneses lo llamaban señor Yi, porque para los japoneses todos los coreanos eran Yi, casi como apellidarse Pérez. Los japoneses lo llamaban Yi San (señor=San). Hay que agregar que Yi en coreano también significa extraño. Así que ya pueden ver lo que es llamarse el “Señor Extraño”. En realidad, esta versión es falsa. Él solo viajó a Japón en 1936, un año antes de su muerte, y se sabe que en 1932 ya había firmado como Yi Sang algunos poemas publicados en revistas coreanas. La versión verdadera puede ser esta: el joven coreano escogió sang como seudónimo porque en francés significa sangre.   

     ¿No es irónico llamarte Yi Sang y morir escupiendo sangre?: En el caso de Yi Sang no se trató solo de una ironía. Su enfermedad fue temprana, desde adolescente. Él supo que de alguna manera estaba articulando su nombre con lo coreano, lo occidental y la muerte.    

     ¿Hay otros datos de él?: Practicó también la pintura, la poesía y la narrativa.  

     Perteneció al grupo vanguardista El círculo de los nueve (구인회, Kuinhoe), junto con otros jóvenes vanguardistas coreanos, como Kim Kirim o Park Taewon.    

     ¿Park Taewon? ¿El abuelo de Bong Joon-ho?: Sí, el abuelo del director de la película Párasito.    

     ¿Podemos hablar de la película Parásito?: No. Vamos a hablar de Yi Sang.    

     ¡Silencio! ¡Apaguen las luces! ¡Solo escuchen!   

     Yi Sang publicó en vida un solo libro, una novela corta llamada Doce de diciembre (1930). Ahora la llamaríamos novela autoficcional. El resto, poemas, cuentos y ensayos, fueron publicados en revistas. En algunos casos solo aparecieron publicadas sus versiones en japonés, puesto que fue la lengua impuesta en los años más duros de la colonia. Mencionemos que sus textos literarios al principio fueron rechazados por los lectores coreanos. La vanguardia en la Corea de entonces era considerada por muchos como un signo de traición, de doble vasallaje. Vasallaje primero ante Japón, los invasores, y luego ante Occidente, quienes estaban siempre al acecho. Por supuesto, fue un error considerar que la modernización suponía perder sus raíces culturales. Por esa razón, muchos jóvenes coreanos batallaron para sacar adelante revistas literarias de vanguardia. Los poetas Kim Ok y Hwang Soku, por ejemplo, tradujeron y publicaron poemas decadentes franceses e ingleses en la revista Literatura occidental. Luego aparecieron otras revistas con afán modernizador, como La Marea Blanca (1922) y Júpiter (1923).     

     ¿Y de qué manera se evidencia esa vanguardia en la literatura coreana o japonesa?: Dije que solo escuchen.

     Pero, bueno:      


     ¡Diapositiva! 

     •    un discurso fragmentado 

     •    variedad de imágenes 

     •    ausencia de secuencias lógicas  

     •    rupturas espaciales y temporales  

     •    una visión múltiple de la realidad, y, en algunos casos  

     •    un subjetivismo que termina desdibujando el cuerpo del argumento  

     •    a nivel del lenguaje, el lirismo se hace más evidente, así como la intertextualidad (con referencias occidentales) y el cuestionamiento del propio acto creativo      


[esto suena entreverado queremos pruebas]    


Poema III  


La persona que lucha es decir la persona que no luchaba y además la persona que lucha también era una persona que no lucha por lo tanto si la persona que lucha quiere ver una lucha no importa si la persona que luchaba ve la lucha o si la persona que no lucha ve la lucha o si la persona que no luchaba ve la lucha o si la persona que no lucha no ve la lucha debería ser suficiente   
                                                                  Yi Sang       


     La escritura de Yi Sang fue siempre la de alguien que esperaba la muerte en su juventud. Pero sus batallas con la vida las libraba en sus poemas y sus cuentos. En uno de sus últimos relatos, Memorias de una agonía, escrito en Japón, resume quién o qué pretendió ser y vaticina, errando por una docena de días, su esperado final.  
   

     “¡El epitafio! Aquí yace Yi Sang, un genio extraordinario de su generación, reposando después de su atribulada vida. Muerto bajo el sol del 3 de marzo de 1937, año del buey. Dejó la obra maestra “Memorias de una agonía”. Una vida de veinticinco años y once meses cumplidos. ¡Ay de mí, qué tristeza! El otro Yi Sang se lamenta ante los nueve cuerpos celestiales y pone una lápida en este cementerio abandonado. Su novia, Chonghee, amante de tres hombres, goza de su longevidad. ¡Oh, Yi Sang que reposas bajo tierra! Descansa en paz.” 
    

     Yi Sang, al mencionar los nueve cuerpos celestiales, se refiere a sus compañeros escritores del Grupo de los nueve. A ellos con frecuencia les decía que se suicidaría siendo joven o que se marcharía lejos para que no vuelvan a tener noticias de él. Sus amigos sabían que él era una pieza fundamental en los cambios que se estaban proponiendo dentro de la tradición literaria coreana. Sabían también que se estaban enfrentando tanto a la represión japonesa, como a las posturas más conservadoras de los coreanos, nostálgicos de su antiguo reino Choson (1392-1910) o contra los más radicales políticamente, agrupados en la Federación Coreana de Artistas Proletarios (creada en 1925, pero desarticulada años después por las autoridades japonesas).     

     Las obras completas de Yi Sang recién ven la luz el año 1968. Se reúnen sus poemas bajo el título A vista de cuervo, conjunto que fue preparando en vida, publicando en revistas, pero que se frustró ante el rechazo de la crítica. En cuanto a sus cuentos, podemos afirmar que Yi Sang es el protagonista de todas sus historias. Es más, pareciera que siempre tratara de contar la misma historia, tratando de conseguir la nota perfecta. Las constantes argumentales en su narrativa son la muerte inminente por la tuberculosis que padece, la frustración por no concretar el suicidio siendo un artista todavía joven (en algún momento le pidió a su amigo Park Taewon que realizaran un suicidio conjunto, pero su amigo lo rechazó y envió a casa; lo mismo ocurrió con una de sus amantes), además de sus amores intensos en los que las mujeres lo abandonan reiteradas veces y lo someten a una dependencia enfermiza, y, por último, el anhelo por abandonar Corea e iniciar una vida nueva [lo cual intenta en 1936].    

     Tanto su cuento “Alas” como “Encuentros y desencuentros”, el primero escrito en Corea y el otro en Japón, entre 1935 y 1936, tienen la misma base argumental. Sin embargo, en estos dos cuentos la perspectiva es diferente. En Alas, la distancia del narrador frente a lo narrado, si bien es en primera persona, es vaga, imprecisa. Las referencias al entorno del protagonista son mínimas, salvo la mención a uno que otro lugar en Seúl. Aquí hallamos a un personaje que se consume por una enfermedad no nombrada y que no comprende lo que sucede alrededor, como, por ejemplo, que su esposa es una prostituta que lo despierta de sus prolongados sueños y le da dinero para que salga a la calle mientras ella atiende a sus clientes en su habitación. Él deambula por las calles de Seúl sin cuestionarse estas acciones. Este relato se mantiene en un discurso afiebrado, incluso con delirantes razonamientos. Desde sus primeras líneas nos sugiere su destrucción y, por extensión, el fin de una época:     

     ¿Has visto alguna vez a un genio disecarse?, nos pregunta al inicio del cuento. Más adelante nos dirá: 
   

     También valdría la pena que te traicionaras en algún momento a ti mismo. Tu obra sería más sublime y oportuna que cualquiera de los productos acabados nunca vistos… En cuanto sea posible, clausura el siglo XIX.      


     El protagonista se entrega a la molicie como alternativa valida en épocas en las que nada es atractivo. Consumirse, degradarse, es un ideal estético, y la muerte y inminencia lo seducen.   

     Yo no tengo necesidad de pensar que soy feliz, tampoco que soy un desdichado… Todo es perfecto, tanto que me permito pasar el tiempo sin hacer nada, con pereza. Mato el tiempo estirado en este cuarto que se ajusta a mi cuerpo como la ropa a mi ánimo.     


     Y la perspectiva aquí asumida se hace más evidente como propuesta estética cuando nos dice:   


     Quiero, en cuanto sea posible, desenmascarar las insignificancias de mi propia existencia. Para mí la vida se maneja a sí misma. Todo me es extraño.     


En Alas, consecuente con todo el discurso articulado en el relato, el final es alegórico y está marcado por la frustración.   


     De repente sentí un cosquilleo en las axilas. ¡Ahh! Ahí estaban las huellas de mis alas imaginarias. Las alas que había perdido. En mi mente eché una mirada fugaz a las páginas de mi diccionario y de todas ellas se habían borrado la ambición y la esperanza.     


[no se olvide del cuento “Encuentros y desencuentros”] (no me olvido)     


     El relato “Encuentros y desencuentros” narra los mismos hechos, pero el narrador impone una mayor objetividad frente al relato anterior. Aquí vemos a Yi Sang y a su amante Kumhong (a quien conoció en 1933). Desde la primera línea se manifiesta la enfermedad de Yi Sang: Corría el tercer mes de mis veintitrés años cuando escupí sangre por primera vez. Esta línea marcará el desánimo y frustración del protagonista en toda la historia, pero también será el leitmotiv para la relación que iniciará con la joven Kumhong, quien era prostituta en una posada de provincia. Se casan y se van a vivir a Seúl, convencidos que era lo mejor para ambos, pero pronto ella empieza a salir con otros hombres. Yi Sang opta por no cuestionarla; por el contrario, la justifica.
    

     Eran días y noches en que yo no hacía más que dormir, lo cual, sin duda, no le ofrecía nada interesante. Fue un motivo suficiente y comenzó a salir con personas que disfrutaban y hacían más amena la vida […]  Yo prefería atribuir su infidelidad a su buena voluntad. Pensaba que lo hacía a propósito para forzarme a despertar de la pereza. Pero terminé por concluir que esto era sólo un pequeño desliz en su afán por ser el tipo de esposa virtuosa y bien educada, la esposa legal que se podría encontrar en cualquier lugar.     


     Sin embargo, a diferencia de Alas, en este cuento el final tiene un tono menos desesperanzador, puesto que Yi Sang termina cuidando a una enferma y desvalida Kumhong.    En los otros cuentos abundan las menciones a la muerte y al suicidio, como:   

     Son diez años lavándome la cara y pensando en el suicidio y todavía no sé cómo hacerlo. (cuento “Flor perdida”). 

     Agonizo solo, mientras llega la desolada brisa otoñal, acostado en esta asquerosa habitación en que vivo. (cuento “Memorias de una agonía”). 

     Morir sería tan fácil como la primera chupada que le daba al cigarrillo al despertarse. […] Entonces, se apresuró con la esperanza de obtener un mejor resultado y decidió hacerla sufrir, antes de que aquella fuerza descomunal tocara bruscamente su espíritu. Muy seguro de su negativa, sin creer que aceptara, le propuso el double suicide, a modo de juego. (cuento “Corte de pelo”).     


[Occidente. ¿dónde está Occidente?]       


     Las referencias a otras literaturas son abundantes. La mención a otros autores es para resaltar lo nuevo y anular las formas tradicionales del siglo precedente. Por ejemplo, en el cuento “Alas” nombra a Dostoievski como “desperdicio inútil” o a Víctor Hugo como “mendrugo de pan francés”. En el cuento “Memorias de una ilusión” satiriza el gusto de un amigo suyo por Gorki, quien dice en el cuento:     

     Ella no era virgen, pero tenía un tesoro mucho más precioso –una colección de las obras completas de Máximo Gorki (…).     

     A lo que Yi Sang comenta: “Tal vez esto sea todavía para él motivo de orgullo”.  

     Entre los que destaca, menciona varias veces a Jean Cocteau y a su propio amigo Park Taewon. Entre los clásicos menciona a Shakespeare, Li Tai Po, Nathaniel Hawthorne y otros.      

      [se le acaba la batería a mi celular ¿puede terminar?]     

     La obra vanguardista de Yi Sang influye en la actualidad a muchos jóvenes narradores y poetas coreanos. Uno de los premios más importantes de Corea del Sur lleva su nombre.      

     [¿Señor Extraño?] (no, ese no).     

     Una vez muerto en Tokio, como “indeseable”, según consta en las actas de sus captores japoneses, sus cenizas dentro de una urna fueron llevadas a Seúl y fueron dejadas en una cripta para indigentes. Toda su obra podría ser un epitafio, como también las últimas líneas de uno de sus cuentos:   

     ¡Oh, Yi Sang que cumples veintiséis años y once meses! ¡Oh, títere! Eres un viejo. Un esqueleto que… No, no, eres apenas tu lejano antecedente. Nada más.     


     [0% batería] 

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