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Orfeo
Richard Powers (Alianza de Novelas, 2020)

Reseña de Miguel A. Zapata     / Publicada en Marzo, 2021

"Powers cuadra así su mejor obra en una trayectoria admirable capaz de conjugar la alta literatura de prosa virtuosa con ciertas constantes de la literatura de género que el talento del autor  convierte en una irresistible mixtura para indagar los resquicios de la sociedad poscontemporánea".

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RESEÑA

Hay en las dos últimas novelas del estadounidense Richard Powers (y de forma menos evidente, en toda su producción novelística) una suerte de leitmotiv New Age que articula su narrativa. Desde un punto de vista temático, El clamor de los bosques (su última novela, merecedora del Premio Pulizer en 2019) obedece a esta pulsión conservacionista y al anhelo de un mundo en el que las aspiraciones ecologistas fueran de la mano de una convivencia armónica entre hombre y naturaleza. Pero nada hay del ensayismo activista de autores como Deepak Chopra o Marianne Williamson en la obra de Powers, más allá de la articulación de la trama en torno a una preocupación medioambiental que sirve a un análisis mucho más meditado sobre la posición de desamparo del individuo en una sociedad globalizada, en el choque entre la conciencia individual y el lugar del ciudadano medio dentro de la sociedad de su época.                     

     En Orfeo (2016), editada en castellano por Alianza de Novelas el pasado año con brillante traducción de Teresa Lanero, Richard Powers compone una obra de aliento musical que remite de forma soterrada a la obra de Monteverdi. La propuesta del autor norteamericano se justifica tanto por la presencia de un ritmo medido como por una estructura inspirada en la propia ópera seminal del italiano, con prólogo (obertura, propone Powers en el arranque de su narración) y cinco actos que se diluyen sin división capitular en la novela en una trama casi fluvial, un crescendo perfectamente ejecutado.                      

     Partiendo de un argumento inverosímil (un músico y microbiólogo amateur jubilado es acusado de bioterrorismo por sus experimentos caseros para introducir patrones musicales en el adn de ciertas bacterias agresivas y emprende una huida sin destino desde Pensilvania por diversos estados), Orfeo se sitúa a medio camino entre la distopía y la ucronía, un futuro inmediato que podría ser nuestra propia época en una realidad paralela que hubiera sido afectada por algún hecho que hubiese modificado de forma sutil la estructura estatal, ideológica y económica de la era global. No se trata de la inmersión en mundos creado ex novo al estilo de Bradbury o Sagan, sino de algo más sutil que lo acerca a nuestra cultura con algunos elementos levemente discordantes, como se proponía en la celebrada Ruido de fondo de DeLillo, la inquietante alegoría de Entre los archivos del distrito de Kenneth Bernard, el cuento "Venco a la molinera" de Félix J. Palma o la película Un amigo para Frank, de Jake Shreier. Del mismo modo, por ejemplo, que las Gymnopedies de Erik Satie introducían algunas ligeras variaciones sobre patrones armónicos o rítmicos similares.                    

     Este mcguffin argumental sirve a Powers para trazar un magistral fresco del pasmo del hombre contemporáneo ante la presencia amenazante de instancias administrativas y policiales que determinan los usos y modos de una nueva forma de moral pública a partir de la disolución de la privacidad de los ciudadanos y la persecución solapada de la singularidad en los hábitos íntimos de las personas. Al mismo tiempo, el recorrido biográfico por la juventud del precoz compositor y biólogo Peter Els, protagonista de la obra, es una reivindicación del artista que busca redimir la grisura y pequeñez de sus días a través de la búsqueda permanente de la belleza en patrones que se repiten de forma casi secreta en la naturaleza o en el misterio inaprensible de nuestro cuerpo y nuestra mente. La técnica contrapuntística (eminentemente musical) remite un tanto al Huxley de Contrapunto, dialogando las voces independientes de Peter Els en sus distintas etapas biográficas pasadas con el Peter Els en tiempo presente huido de la justicia por un delito contra la salud pública que nunca llegamos a saber si fue tal, pues en Orfeo no se plantea un juicio sobre los actos del protagonista sino más bien una sinfonía inacabada que tan sólo pespuntea las posibles notas de un mundo en descomposición y desatento con la libertad individual.                    

     La música, así, deviene en tema y en arquitectura, haciendo de Orfeo una novela orgánica, en la que el ritmo y el fraseo, el compás y la armonía son tanto sustancia narrativa como vehículo para la narración. Las referencias a John Cage y Shostakóvich no son azarosas. En el caso del pionero de la música aleatoria (basada en elementos no regulados por pautas establecidas), Powers lo toma como epítome del caos en que la vida de Peter Els se sume tras la acusación policial de actividades contra la salud pública, así como alegoría de una sociedad líquida e inestable (muy baumaniana) que disuelve la responsabilidad jurídica del individuo o la somete a una arbitrariedad incognoscible. El inserto digresivo de la biografía de Shostakóvich funciona como un espejo de la persecución del libre pensamiento y la anarquía artística por ciertas instancias de poder casi omnímodo: el estalinismo valedor del “nuevo arte socialista” en el caso del compositor ruso y los agentes de la Seguridad Nacional en un Estado ambiguamente autoritario que persiguen sin descanso a través de las redes sociales al agónico jubilado Peter Els.                      

     Richard Powers cuadra así quizá su mejor obra en una trayectoria admirable capaz de conjugar la alta literatura de prosa virtuosa con ciertas constantes de la literatura de género que el talento del autor norteamericano convierte en una irresistible mixtura para indagar los resquicios de la sociedad poscontemporánea.   

ISSN 2767-1844
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